Idas y venidas del IGV
 
 
El IGV es un impuesto indirecto. El impuesto a la renta es directo. El indirecto lo pagan todas las personas por igual (por ejemplo, el IGV). El directo sí está dirigido a la renta de una persona natural o jurídica específica: se paga un porcentaje de los ingresos, menos las deducciones de ley.

La recaudación es “progresiva†si los impuestos directos son superiores a los indirectos. Y “regresiva†si es al revés. Es progresiva porque los impuestos directos gravan más a los que más tienen. En cambio cuando un rico y un pobre compran una cerveza, ambos pagan el mismo 18% de IGV. Proporcionalmente a lo que gana, el pobre paga más que el rico.

La recaudación “progresiva†es buena porque reduce la desigualdad vía el gasto a través del Presupuesto. Esto lo admite casi “todo el mundo†académico, cualquiera sea su escuela (decimos “casi†porque siempre hay algunos trasnochados). El FMI y la OCDE también lo dicen.

Por tanto, bajar el IGV va en la dirección correcta. Su racionalidad es la siguiente: los consumidores tendrán un poco más de dinero en sus bolsillos. De su lado, los empresarios, que pagan IGV en todas sus compras (para recuperarlo en la última venta), ahora tendrán más dinero para capital de trabajo o para cualquier otra necesidad de su empresa.

En los servicios públicos (como telefonía, electricidad, agua y gas natural) donde las tarifas están reguladas, si el IGV baja a 17%, el usuario lo sentirá de inmediato. De otro lado, los alimentos perecibles no pagan IGV, por lo que una rebaja de precios depende de otros factores de esa cadena.

Los demás mercados tienen precios libres. Aquí está el problema porque no hay ninguna garantía que los empresarios trasladen esa rebaja al consumidor.

Detengámonos en el mercado de los medicamentos, que es un ejemplo clásico: en el 2001 el gobierno eliminó el arancel de 12% y el IGV de 18% a los medicamentos contra el cáncer. Dijo el Ministerio de Salud (1) que se esperaba una rebaja de precios de, por lo menos, un 20%.

No sucedió. Dice el estudio que solo el 8% del total de medicinas oncológicas bajó su precio en 20% o más. El 92% restante no trasladó al público la eliminación del IGV ni de los aranceles. Lo más sorprendente: el 23% de los medicamentos no solo no bajó, sino que subió sus precios.

Eso se debe a que los mercados están dominados por unos pocos laboratorios. Dice la DIGEMID que solo el 1% de los medicamentos que se venden en el mercado privado es comercializado por más de cuatro laboratorios (2). Increíble. Agrega que de las 1,681 moléculas registradas en el 2009, un solo laboratorio comercializó el 65%.

A lo que se añade la concentración en las cadenas de farmacias. En el 2010 Indecopi inició un proceso sancionador por “presunta comisión de prácticas colusorias horizontales en la modalidad de fijación concertada de precios de venta al públicoâ€. Las cadenas eran Arcángel, Boticas y Salud, FASA, Botica Torres de Limatambo (BTL), Inkafarma, Mi Farma y Nortfarma. Estas cadenas están también ligadas a los laboratorios. Y no sabemos en qué terminó ese proceso sancionador.

Por tanto, una rebaja del IGV debería venir acompañada por medidas pro competencia y transparencia en los mercados, como lo exige la OCDE, organismo al cual Perú aspira a pertenecer. Entre los mercados más concentrados están la cerveza, el aéreo, tiendas por departamento, supermercados, jabones, lácteos, detergentes, gaseosas, aceites, fideos, etc.

No solo eso. Se debería promulgar, ya, una ley de control previo de las fusiones y adquisiciones empresariales, que han aumentado en los últimos años, lo que desemboca en mercados aún más concentrados (3). Pero de eso el gobierno no ha dicho ni “aâ€.

Si no se dan esas medidas, lo más probable es que los oligopolios aumenten sus precios ANTES de la rebaja del IGV al 17%. El resultado: ellos ganan igual o más, como en las medicinas contra el cáncer. Nosotros pagamos lo mismo (o más). Y el fisco recauda menos.

La cosa empeora para el fisco si hay déficit fiscal, como ahora, porque la política tributaria de Castilla y Segura lo ha dejado en más de 3% del PBI (US$ 6,000 millones). La rebaja del IGV al 17% equivale a 0,5% del PBI, unos US$ 1,000 millones. Resultado: para mantener el déficit fiscal en 2.5% del PBI en el 2017 (meta de Alfredo Thorne), lo más probable es que reduzca la inversión pública, prolongando el estancamiento económico actual.

La salida para reducir –aunque sea en parte- el déficit es revertir la “reforma†tributaria de Segura, sobre todo del impuesto a renta a las grandes empresas de 30 a 28% y después 26% (eso es 0.7% del PBI), como recién lo acaba de proponer Thorne. Ese impuesto –que es directo- aumentaría los ingresos haciendo más “progresiva†la estructura tributaria. Y si se quiere reducir de todas maneras el IGV, entonces el gobierno debería incluir sí o sí las medidas para aumentar la competencia en “nuestros†mercados oligopólicos. Esta reforma estructural de a verdad es “ninguneada†por el gobierno. ¿Por qué, ah?

(1) http://www.minsa.gob.pe/portada/Especiales/TLC-MINSA/EstudioTLCSalud.pdf
(2) Situación de los medicamentos en el Perú, Maruja Crisanto Núñez
(3) Ver “Bloqueando el abusoâ€, en http://www.cristaldemira.com/articulos.php?id=2568 , 28/12/2015

Publicado el 05 de Setiembre de 2016
   
 
   
 
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